Actualidad Política.

Cuando el brazo de una persona señala con fuerza para remarcar sus acusaciones, podemos decir que la violencia se hace presente. Eso es lo que se vivió anoche en la Plaza de Mayo y en el obelisco.
A las 18:30 hs. mientras se firmaban convenios de obras entre AySA y municipios bonaerenses, la señora Presidente Cristina Fernández de Kirchner se refirió al paro ininterrumpido del campo, que lleva 14 días, dejando en claro que no va a permitir ninguna extorsión por parte de los productores del campo y su reclamo por el aumento en las retenciones a las exportaciones.
Alrededor de las 20:30 hs, desde distintos barrios de Capital Federal, el discurso de la primera mandataria generó reacciones de adhesión espontánea al paro del campo, como una forma de demostrar el descontento con la política oficial, que en estos días ha generado piquetes en casi todas las rutas nacionales, y cierto desabastecimiento en productos basados en granos, carnes y lácteos.
Como en el 2001, durante la presidencia de Fernando De La Rua, cacerolas y pavas fueron los elementos elegidos para hacer bochinche en franco descontento con las medidas gubernamentales.
La diatriba, hasta el momento del discurso presidencial, era entre dos claros actores: El Gobierno y los productores rurales. Una pelea que llevaba casi dos semanas, encuentra su vórtice indignante en unas palabras desafortunadas, signadas por el que parece ser el reclamo espontáneo de todos los autoconvocados: la soberbia.
La gran mayoría de las personas, en cada uno de los puntos de reunión, repetía lo mismo: “Basta de discursos revanchistas”; “Basta de alimentar a unos pocos y castigar a todos”; “Basta de exprimir a los trabajadores y alimentar a piqueteros”.
Toda expresión de descontento era acompañada por aplausos y vítores. Era una expresión reclamando pero en familia: padres, hermanos e hijos.
Hasta que llegó D´elía y sus seguidores, de la Federación Tierra y Vivienda, en un claro ejemplo de fuerza de choque gubernamental, al igual que Moyano y sus camioneros en las rutas. Muchas de esas personas que se habían acercado a Plaza de Mayo para poder ejercer su derecho a queja, comenzaron a huir, sí, A HUÍR! En sólo cuatro minutos, los más pacíficos se retiraron ante la amenaza de llegada de los piqueteros y gremialistas sindicales. Pero muchos otros se quedaron, como una forma de presentar el pecho a las tácticas mafiosas de los seguidores de la señora presidente. La Policía Federal brillaba por su ausencia, y las columnas de manifestantes se encontraron cara a cara.
Del lado piquetero, el cántico era uno solo: “Patria si, colonia no”. Del pueblo era “Delincuentes”, “Ladrones”, “Mercenarios”, y epítetos similares. Los primeros se abrazaron y comenzaron a avanzar, los segundos los esperaron tratando de que las cosas no pasaran a mayores. Pero como decíamos al principio, cuando el brazo de un manifestante se eleva para acusar a quien tiene enfrente, la violencia no necesita mucho para hacerse presente. Varias personas resultaron heridas, otras debieron acudir a las ambulancias que circundaban la plazoleta, y unos mas debieron retirarse en medio de una caterva de insultos patrioteros de los violentos manifestantes afines al Gobierno.
Lo que comenzó como una protesta pacífica, autoconvocada y justa, terminó siendo violenta, complotada e injusta, debido a la fuerza de choque piquetera, que a la una de la mañana recibió una fresca lluvia para calmar sus ánimos belicosos.