miércoles, 25 de abril de 2012

Si tuviera que salvar el mundo un jueves...


Si tuviera que salvar al mundo un jueves, dejaría todos mis asuntos sin terminar. 
Asaltaría a todos los bancos el viernes y liberaria los geriatricos el sábado. 
El domingo bien temprano me pondría mi mejor traje de misa y armado con una tea ardiente iluminaría los cielos con los bancos de las iglesias. 
Los lunes son para el trabajo, asi que entraría en todos los comercios y oficinas, y destruiría las computadoras, las tickeadoras y los anaqueles de muestra de productos. Arrasaría con benceno las góndolas de todos los supermercados mientras les regalo corbatas largas y lecciones de ética a los guardias de in-seguridad. 
El martes sería el día ideal para derribar las antenas de radios, televisiones y celulares, y explotar las pantallas gigantes que me dan sonrisas por alcohol, autos y celulares. 
El miercoles abriría todas las jaulas de los zoologicos del mundo y derrocaría todos los gobiernos. Hecho todo esto, estaría listo para salvar el mundo el jueves...de no ser que ya no me necesitarían. 
German Alfaro.

domingo, 22 de abril de 2012

Blind Love.

Te vi.
Me gustaste.
Te hablé.
Te toqué la cintura.
Te hice reir.
Te gusté.
Te quise.
Me quisiste.
Te hice el amor.
Me hiciste el amor.
Me dejaste.
Te lloré.
Te perdí.
Te olvidé.
Me olvidaste.
Te vi.
Y todo volvió a empezar, una vez más.....

German Alfaro.

viernes, 13 de abril de 2012

Los dientes.


Luz pálida del baño reflejando mi atónita cara en el espejo, mis piezas dentales esparcidas todas por el piso.
El primer aviso de problemas me sorprendió en la cocina, mientras me preparaba un sandwich nocturno de manteca y jamón crudo, para paliar mi insomnio.
Elevo el manjar a la altura de mi boca, abro mis mandíbulas (por suerte ellas siempre estuvieron de mi lado!) e introduzco el misil panificado, presionando con mis dos hileras de dientes para empezar a engullirlo...
Nada pasó.
El sándwich estaba igual...
Lo hice nuevamente, no pudiendo aceptar el acto como real.
Preparé la baguette, Vi exactamente donde mordería y metí.
Nuevamente nada...
¿¿Cómo podía ser que los incisivos se negaran a su función de cortar y separar??
Lo primero que se me ocurrió fue que habían perdido su filo, luego de tantos años de trabajo ininterrumpido...
Opté por algo práctico: corté un trozo pequeño con las manos y lo introduje a mi boca. Mi lengua transportó el delicioso bocado hacia los molares. Ellos sabrían cómo encargarse de este percance.
Masticaba y masticaba, y el bocado no cambiaba de forma ni de tamaño!
¡Era exasperante!
Llevaba probados más de veinte dientes y todos se comportaban igual. No querían funcionar.
Apelé a los más salvajes. A los que nunca dejaron de ser primitivos. Pero los caninos no clavaron ni desgarraron nada...
Sumamente preocupado me dirigí al baño para observarme en el espejo.
Encendí la luz, miré mi reflejo, y me mostré los dientes como un mandril.
Parecían más grandes...o mejor dicho, mas alargados...Y seguían alargándose mientras yo observaba!
Uno de ellos decidió llevar la huelga hasta las últimas consecuencias y se suicidó de mi boca, estrellándose contra el marmolado piso del water clos. Y como las revoluciones son sangrientas y multitudinarias, o no son nada, todos los otros dientes siguieron el ejemplo del primero y en sólo unos segundos todas mis piezas estaban en el suelo.
Asi estoy ahora, extrañándolos, y arrepintiéndome cada aproximadamente hora y media (es lo que tardo en sentir hambre entre cada papilla) de haberlos querido blanquear con Spadol.

German Alfaro.


jueves, 12 de abril de 2012

La niña de la cama bajo la escalera.


¿Qué es el mundo desde una ventana?

¿Puede una escalera acaso decirnos algo sobre su tamaño?

De día o de noche. Unos pies subían. Otros pies bajaban.

Del techo reptaban hacia abajo los rechinidos metálicos, los goznes herrumbados en un recital cacofónico que bien podrian anunciar un festejo como un enojo tardío.

Pies que subían y pies que bajaban. y entre ellos los resortes ruidosos.

Una sola vez vió la escalera desde un lugar distinto. Su mamá le dijo que era imposible, pero ella jura que se acuerda. "Te juro mamá que me acuerdo". Y su madre que sale a colgar ropa, y que tarda, tarda, mientras la ropa se va humedeciendo con las lágrimas.

Cada noche después de esta charla, ella sueña. Su madre bajandose de la enorme cama. Un hombre detrás. No sueña su cara pero si el cinto y el brazo elevandose y la descarga furiosa sobre la espalda de su madre y ella llorando mientras el cuerpo la cubre del castigo. Como en una película de carretel lento, su madre alzándola mientras el brazo con el cinto, el brazo ES el cinto, sigue subiendo y bajando y el picaporte que parece empeñado en trabarse hasta que al fin las escupe, una casa que escupe a sus habitantes por la escalera, y los pasos temblorosos pero frenéticos, con cuidado pero con prisa porque el hombre del cinto viene persiguiendolas. Y el taco del zapato que se rompe y los dos cuerpos que caen por la escalera mientras el hombre del cinto viene....Ahí llega el segundo de maravillosa libertad. Medio segundo tal vez. ...y luego oscuridad, dolorosa prisión. Le falta el aire. Boquea por una brazada de aire, los ojos se desorbitan, y despierta bañada en sudor, gritando, sin poder moverse, mientras su madre baja corriendo las escaleras del conventillo. Ese conventillo con una escalera sobre una ventana que es el único registro de realidad de una niña postrada.


German Alfaro.

domingo, 8 de abril de 2012

La dama de la Luna


No alcanza con haberte visto.

Tampoco alcanza con haberte probado.

Ni siquiera es digno de atenciòn el hecho de haberte olido.

No se me cruza por el occipital que alcance satisfacciòn el haberte besado, abrazado y amado.

Me quedè con ganas de mas.

Con ganas de descubrir los matices que separan un pie frio de uno caliente.

O de probar palabras viejas y significados nuevos.

Tambièn hubiera asesinado por extender la duraciòn de un semàforo en rojo, o por transitar el averno policial tomados de la mano.

Hubiera querido saber màs sobre alambres y corpìños, comidas y dineros y sobre deseos y miradas.

Hubiera querido decirte que yo tmb elijo la mejor de las noches por sobre todas las noches.

Hubiera deseado decirte que pase lo que pase, la nada siempre serà lo que mas me llene cuando se trate de nosotros.

Me quedè con ganas de decirte tanto a la orilla de la vereda mientras se hacìa de dìa.


German Alfaro.