viernes, 28 de marzo de 2008

Despedida.

Literatura.

Por German Alfaro.
Un cuerpo en el espacio, el otro en el tiempo. Uno de ellos se acuesta, simulando estar despierto, mientras el que simula estar dormido se levanta.
Ni una palabra, ni un gesto que los acerque. Son tantas las cosas no dichas, que el rumor orada el silencio y los ensordece con su estruendo.
Al final se rompen, los pedazos se descomponen y vuelven a la tierra de la que crecieron y se alimentaron. El musgo los tapa, los nutre y los protege. Los vientos los arrastran lejos, sus partes se pierden y todos pasan a ser uno. Todos los escombros extravían su identidad y sus diferencias al mimetizarse. ¿Todos?
Cual amalgama, la sangre reúne los espíritus, trae de las memorias inconmensurables el débil clamor de lo que debería haber sido y no fue. Y los puentes comienzan a desencriptarse.
La argamasa de barro comienza a levantarse. Sus piernas, o las que lo parecen, se despegan de la anhelante madre tierra, que lo observa sabiendo que ya no le pertenece y llora. Cada lágrima es material fundante del nuevo renacimiento.
Enorme, torpe, sin rostro, la mole barrosa camina sin rumbo, tratando de entender quien es.
Sus movimientos espasmódicos anticipan el quiebre, que llega como colofón del matricidio. La víctima se transforma en el victimario, pero ambos ganan la independencia.

2 comentarios:

La Mirilla del Audiovicio dijo...

me ancanto, me ancanto!
simplemente me llegó!

asi se escribe muchacho!


nos vemos saludos desde el andes!

albina

klingsor dijo...

A veces sueño con volver al pólvo que el católico sabe haber sido, o simplemente al óvulo y al espermatozoide antes de ser cigoto. Quisiera que como una mano mal repartida hace que las cartas vuelvan al mazo para ser nuevamente mezcladas, mi vida volviera a sortearse en una lotería azarosa del destino.
Otra veces me esfuerzo tanto que se me salen las venas de la sien, me concentro creyendo que lo que deseas se te puede cumplir, también por eso me asusto.
Cuando no soporto ni mi historia, ni mis pérdidas me angustio pero sólo cuando no soporto los avances o las ganancias es que intento suicidarme. Tuve el mensaje concreto de no estar lista para el viaje cuando me trajeron de vuelta a casa de una breve gira.
Hay cuestiones que quizás hoy no entienda, porque todavía no tengo la perspectiva que me permita ver con claridad.
Lo bueno siempre es poder expresar lo que pasa, lo que se mueve, lo que sangra. No puedo dejar de aplaudir a quien hace arte, literatura sobre todo, de sus sentimientos más viscerales.
Perdón si se hace largo lo que digo, es que siempre se hace largo cuando lo siento.